Diva Millapan: "El Gobierno quiere cambiar la ley para sacar nuestras tierras al mercado"
- Héctor Juan
- 30 abr 2019
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 5 jun 2019

Los mapuche habitan el sur de Chile desde el año 5000 a.C y en la actualidad el 12,8 % de los chilenos pertenecen a este pueblo indígena que busca reconocimiento como etnia originaria y la recuperación de sus territorios ancestrales. Sobre el expolio de tierras durante la dictadura, el machismo en Chile, la promoción de su cultura y los planes del Gobierno de Sebastián Piñera, dialogamos con la activista social Diva Millapan.
Diva Millapan es mapuche huilliche. Comenzó su activismo a los 19 años, en plena dictadura de Augusto Pinochet, y actualmente trabaja en el Ministerio de la Mujer y es coordinadora de la Red de Mujeres Mapuche, una organización que pretende fomentar la inclusión de las indígenas en la agenda política chilena.
Pregunta: Tras tantos años de lucha por los derechos del pueblo mapuche ¿Cómo acabó creando esta organización feminista?
Respuesta: Desde joven fui dirigente en la provincia de Valdivia, al sur de Chile, y era representante de los mapuche de aquella zona a nivel nacional, pues nos organizamos con el objetivo de evitar el despojo de tierras que sufrimos durante la dictadura de Pinochet. Por aquel entonces, cuando acabé la enseñanza media, el Gobierno privatizó la educación en Chile y yo a mis 19 años me quedé sin estudiar porque no tenía los medios necesarios. Entonces me dediqué a defender nuestro pueblo porque estábamos siendo desalojados de nuestra zona y empezamos a luchar contra un decreto ley que decía que nosotros no éramos mapuche y, por lo tanto, esa territorio no nos pertenecía.
Años más tarde, gracias a iniciativas como el teatro mapuche, recuperamos muchos derechos como el reconocimiento de la celebración del Año Nuevo Mapuche. Durante esas festividades observé que las mujeres trabajaban más que los hombres y me di cuenta de que nuestra lucha era de pueblo, pero también de mujeres.
P: ¿Había muchas dirigentes en su comunidad por aquel entonces?
R: El hecho de ser dirigente era complicado porque había gente que te decía que no podías ser longko por ser mujer. En aquella época no era bien visto juntarse con otro tipo de organizaciones que no fuesen las nuestras, mas nosotros teníamos todos los problemas del mundo con el desalojo, la represión y las muertes. Asimismo, si querías introducir las demandas de la mujer, te decían que estabas quebrando el movimiento.
En tiempos de dictadura era muy difícil salir del grupo y buscar reconocimiento de otras organizaciones que también estaban en contra del régimen. Nosotros también éramos trabajadores y estudiantes, pero no por eso íbamos a dejar de ser mapuche y defender nuestras tierras. Era muy complicado tener los espacios necesarios de visibilización.
P: ¿La sociedad mapuche es igual de machista que la chilena?
R: Creo que sí. Se repiten los mismos patrones porque hemos adoptado las costumbres chilenas y, por ende, las españolas. No obstante, se supone que nuestra cosmovisión, nuestra forma de ver el mundo, no es machista. En nuestra religión no hay un solo Dios, sino que hay una familia originaria. No te hablan de un solo Dios hombre, sino que también se hablan de otras sexualidades. La activista Julieta Paredes decía que el machismo ya existía en las comunidades indígenas, pero que con la llegada de los españoles esto se agravó porque calzó muy bien y no hubo resistencia alguna por parte de los hombres.
P: ¿Tuvo dificultades a la hora de crear esta red?
R: Decidí crear este grupo en 2012 durante el primer mandato de Sebastián Piñera porque antes los gobiernos no nos daban financiación a los pueblos indígenas. Nuestra idea era crear una organización para todas las mujeres de todos los pueblos originarios, pero era imposible en un país tan largo y alejado entre comunidades. Entonces armamos esta red para trabajar en nuestras demandas, pero la mayoría no han sido satisfechas. Como pueblo no tenemos derecho a reconocimiento constitucional, no tenemos autonomía o autogobierno ni representación en el Parlamento.

P: ¿Qué nivel de sensibilización tiene la sociedad chilena ante esta problemática?
R: La sociedad está dividida. Hay gente que es muy pro-mapuche y tenemos muy buenos aliados, pero también sufrimos un gran desprestigio. Cuando era joven nos decían que nosotros éramos chicos y feos, indios y porfiados. Se nos asociaba a ser borrachos, flojos y vagos. Ellos no entendían que nosotros cuidábamos la tierra y la dejábamos descansar para no dañarla. Para los chilenos lo nuestro era flojera porque no nos hacíamos millonarios cortando el bosque y plantando trigo. Esta percepción se mantiene y se han ido agregando otras. Antes, para ellos, éramos comunistas porque nos organizamos comunalmente y ahora se nos llama terroristas.
La gente que tiene esa idea es la que quiere nuestras tierras para poner sus minas, presas e hidroeléctricas. Los medios de comunicación también han favorecido esta situación y encima nosotros no aparecemos en ellos. No tenemos derecho a réplica.
P: ¿Y en qué punto estamos ahora mismo en el reconocimiento de derechos?
R: En la actualidad tenemos una ley por la cual se han ido devolviendo tierras, pero a mi comunidad, por ejemplo, no nos han devuelto aún todas. Tampoco ha habido algún tipo de compensación económica por el daño causado. Por ley, las tierras mapuche no pueden venderse a personas que no sean de la comunidad y aun así se sigue haciendo. El subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, lo hizo, como pudimos conocer este pasado marzo. Ahora mismo el objetivo del Gobierno es quitar esta ley y sacar las tierras al mercado.
P: ¿Qué más planea hacer el Ejecutivo?
R: Nosotros pedimos en 2014 hacer una consulta popular para decidir sobre las leyes que nos afectasen, pero ni siquiera nos preguntaron nuestra opinión cuando crearon el Ministerio de Pueblos Indígenas. Desde ese momento ha habido cambios muy tímidos. Por ejemplo, el convenio por el cual se reconocía nuestro idioma, cultura y formas de conocimiento estuvo prácticamente veinte años sin ser ratificado por la Cámara del Senado. Hay miedo a reconocer nuestros derechos. No logro entender qué hacen. Los conflictos solo se pueden evitar si te dan derechos y restituyen la deuda histórica que reclamamos.
Nosotros pedimos un Departamento de la Mujer Indígena dentro del Ministerio de la Mujer, pero no ha habido avance ni voluntad política porque la ministra anterior nos dijo que entonces tendríamos que hacer un departamento para las mujeres mayores, otro para para las niñas, etc. Nosotros somos un pueblo y tienen que entender que Chile es un país plurinacional.
P: ¿Se pudo avanzar algo con el anterior Gobierno de la socialista Michelle Bachelet?
R: Siempre hemos tenido tenues avances con los gobiernos de centro-izquierda. Ahora con la actual Administración seguimos igual porque obviamente con un Gobierno de derechas vamos a tener muchos menos avances. Todos los pasos que dimos y que tanto costaron se han ido quitado.
P: ¿Qué cambios propone usted en materia educativa?
R: Actualmente solo se enseña en educación bilingüe intercultural si hay un 20 % de niños indígenas en el aula. Nosotros pedíamos que se cambiara la ley y que se diese la clase bilingüe aunque tan solo hubiese un niño mapuche. Este país debe darse cuenta de que es mestizo y debe enseñar en una educación intercultural al resto de chilenos. En esta lucha demandamos también la oficialización del idioma mapudungún y que haya carreras universitarias dedicadas a los estudios indígenas.
P: ¿Hay algún país que sea referencia respecto a políticas identitarias de los pueblos originarios?
R: He tenido la oportunidad de viajar, de encontrarme con otras mujeres de otros pueblos indígenas y es penoso porque, de pronto, encuentro que cuando ellas llegan a tener representación política a veces son coartadas por su propia comunidad y les dicen que una vez fueron elegidas tienen que dejar el cargo al hombre.
Hay leyes, como en Bolivia, donde sí que ha habido muchos avances que veo con satisfacción, aunque después me encuentro a mujeres que me dicen que no son tan buenas como las pintan. No he estado el tiempo suficiente allí para saber cuál es la situación exacta, pero viendo las leyes que se han hecho y la descolonización que está haciendo Evo Morales, Bolivia podría ser un ejemplo al que mirar. En Chile, por el contrario, nunca ha habido políticas así.
P: ¿En qué nivel se encuentra Chile respecto a políticas feministas? El movimiento de este país es uno de los más potentes de Latinoamérica como se pudo comprobar el pasado 8 de marzo.
R: El término feminista trae consigo muchas complejidades porque ser mapuche, por un lado, y ser feminista, por otro, hace que te plantees cuál de sus variantes quieres adoptar. En Chile hay una gran movilización y por ello el Gobierno ahora tiene cuidado de no desmantelar el movimiento. Yo soy dirigente nacional, trabajo dentro del Ministerio y estamos luchando porque no decaigan las políticas de igualdad, ya que cada administración tiene una orientación. La actual tiene visión una dedicada a la productividad, al enriquecimiento de la mujer y no a sus derechos básicos. La gente votó a Piñera sin leer su programa, él había dicho lo que está haciendo.

P: Ante este panorama ¿Cuáles son sus perspectivas respecto al pueblo mapuche y a la mujer indígena?
P: Por el momento tenemos un ministerio, eso está ahí y nadie lo va a tocar. Ahora, el Gobierno quiere revisar la Ley Indígena para quitar la protección de las tierras mapuche que está contemplada en el artículo 13 y si esto se aprueba, las tierras entrarían en el mercado y eso nos haría mucho daño.
En el caso de la mujer tampoco hay mucha esperanza porque el Ejecutivo tiene otra mirada sobre nosotras. Ellos focalizan sus políticas en el tema económico, pero no hacen hincapié en la educación igualitaria. A menos que salgamos a la calle no habrá cambios. Asimismo, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP11), que reunirá a Chile con diez países del Asia-Pacífico, nos afectará porque pretenden patentar nuestras semillas.
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